
Naturalmente, una persona analfabeta en la costura, necesita una profesional de cabecera. Lejos de acudir a una impersonal franquicia, tengo a bien acudir a una Señora que ha transformado desde hace años el sótano de su encantador adosado en un taller de costura.
Me relaja una barbaridad y mientras me mide los apaños me habla de sus hijos, especialmente de su hija, sus estudios en el INEF y sus posteriores progresos laborales.
Llegó un momento que sabía más de la vida de su hija , que de mi prima Marialuisina que reside en Palma.
Total, que un día me abrió la puerta y lejos de hacerme pasar a la sala de espera (acotada por unos cortinones) me hizo pasar a su taller donde una chica me esperaba en el centro. Al minuto hilé: Mujer de unos 28 años, rasgos caucásicos similares, ropa casual : la hija INEF.
Entonces le dí un abrazo calurosisimo acompañado de ¨tenía unas ganas de conocerte¨
La chica me mira, la costurera me mira, la chica mira a la costurera. la costurera me dice ¨aanda os conocíais?¨
La chica mira a la costurera y es entonces cuando reparo que no mira a una madre, le mira como clienta que se disponía a marcharse.
Vaya corte.